LOS DISCOS DE LUZ Y LA CONSCIENCIA HUMANA
Somos los seres humanos pertenecientes a la Tierra de Gaía, que pertenece al Sol, que gira alrededor le las Pléyades, constelación que a la vez, gira alrededor de Polaris y esta alrededor de otras y otras que conforman la Galaxia de La Vía Láctea que tiene 100.000 años luz de diámetro, cientos de miles de millones de estrellas en su interior y doce dimensiones.
Somos los seres humanos pertenecientes a la Tierra de Gaía, que pertenece al Sol, que gira alrededor le las Pléyades, constelación que a la vez, gira alrededor de Polaris y esta alrededor de otras y otras que conforman la Galaxia de La Vía Láctea que tiene 100.000 años luz de diámetro, cientos de miles de millones de estrellas en su interior y doce dimensiones.
Nuestra galaxia gira, en compañía de sus vecinas, alrededor de otras que también hacen lo mismo, conformándose así un Súper Universo, donde se asientan cientos de miles de galaxias que viven en el interior de discos superpuestos y se alimentan de la luz generada por ellas mismas. Existen millones de millones de discos alojando tantos Súper Universos como todos los glóbulos de tu sangre. La suma de todos ellos crea el Magno Universo.
Imagina la grandeza, no solo de todo esto, sino la tuya misma, al participar de la Creación Universal, donde la unión de La Luz, La Energía, La Fuerza, Los Infinitos Tiempos, Los Espacios y Los Éteres, han tomado partida.
En el interior de dos discos majestuosos, existen cientos de miles de galaxias. Cada galaxia es, a la vez, un enorme disco que posee cientos de millones de estrellas, tiempos diversos, espacios aún sin nuestra comprensión y seres de las características necesarias para vivir en cada campo de ellas. Además posee Jerarquías, Gobiernos y multitud de Seres Superiores, encargados de vigilar que todo este de acuerdo al orden establecido.
Nuestra Galaxia, la Vía Láctea, es un disco que posee una enorme espiral que se origina en su perímetro y termina en su centro, en un enorme hoyo por donde salen los espíritus ancianos hacía los tiempos de otras galaxias. La Vía Láctea posee además, bancos de espíritus que van ocupando los multitudinarios mundos, en la medida que estos se desocupan de sus anteriores ocupantes.
Los seres humanos, vivimos en una franja de tiempo de tercera dimensión, compuesta por un ancho, un alto y un largo. Somos espíritus adolescentes que habitamos en un cuerpo material que debemos alimentar y tenemos que trabajar para poderlo sostener y poseemos un pensamiento para actuar con inteligencia y realizar con satisfacción los actos de nuestro afuera.
Nuestro Ser Interior incita a la mente, a mirar más allá del horizonte y con ello auscultar, en el Universo, las realidades que están allí. Es así como nuestro pensamiento se conecta con La Mente Divina, La Mente Cósmica y La Mente Universal o de La Creación. Mentes que contienen todas las estructuras y procesos de todas las razas, pensamientos y cosas que viven dentro de los Súper Universos.
Existen frecuencias de Onda, Tiempo y Espacio en las Octavas de cada dimensión. Cuando nos despertamos a la vida del Universo, nuestra mente se expande. El pensamiento se eleva a una frecuencia de vibración más alta que nos conecta con los pensamientos de seres superiores, seres que poseen creaciones y actuaciones que están vivas en los espacios y tiempos que ellos ocupan. Es así como surgen, en la Tierra, los grandes artistas, compositores y los descubridores de las nuevas ciencias y tecnologías. Así es como se interconectan todas las cosas existentes en el Cosmos contigo. Es así como creces en sabiduría, conocimiento y entras en lo más grande de lo grande, llamado “LA CONSCIENCIA”.
La consciencia es paralela a la Luz que descubres en todos los caminos que sean nuevos para ti. Esa Luz que esta en todas las partes de Universo en que vivimos y produce el Manto de Luz de nuestro Súper Universo.
Si te imaginas, en la ley de la proporción universal, la punta de un alfiler, en ella pueden caber varios Súper Universos. Así te darás cuenta quien eres y donde estás en la magnitud del todo y concluye, que aunque aún eres muy pequeño, ya eres grande al entrar a esta bella imaginación.
Raúl Yepes.